Francisco Torrent Béjar además de recoger el testigo de su padre, Máximo, lidera un proceso de modernización de la empresa, anticipándose a la revolución industrial que transformará el sector aceitunero en años venideros. En este período se traslada la fábrica al Polígono industrial de Las Quemadas, dónde se implantan nuevos sistemas y la elaboración da un giro clave con la incorporación de fermentadores.